Ambigüedad

Perlman ha sido justamente comparado con Jonathan Franzen: son autores buenos creando personajes, personas comunes en situaciones especiales; y escriben libros innecesariamente largos. Ambigüedad está dividida en siete partes, cada una centrada en uno de los protagonistas. La séptima parte, doce años después de los hechos, está reservada para un personaje secundario, y pretende integrar la historia, modificando el eje de centralidad. Más que la ambigüedad, el gran protagonista es la comunicación entre los protagonistas, supuestos entendimientos y malentendidos. Y como trasfondo, la reforma del sistema sanitario, y la actitud crítica del autor al neoliberalismo de los años '80 y '90. Una buena novela por la credibilidad de los personajes y la riqueza de sus vínculos.

Perlman ha sido justamente comparado con Jonathan Franzen: son autores buenos creando personajes, personas comunes en situaciones especiales; y escriben libros innecesariamente largos. Ambigüedad está dividida en siete partes, cada una centrada en uno de los protagonistas. La séptima parte, doce años después de los hechos, está reservada para un personaje secundario, y pretende integrar la historia, modificando el eje de centralidad. Más que la ambigüedad, el gran protagonista es la comunicación entre los protagonistas, supuestos entendimientos y malentendidos. Y como trasfondo, la reforma del sistema sanitario, y la actitud crítica del autor al neoliberalismo de los años '80 y '90. Una buena novela por la credibilidad de los personajes y la riqueza de sus vínculos.