Las tempestálidas

"¿Qué es el tiempo? Si no me lo preguntas, lo sé; si me lo preguntas, ya no." San Agustín de Hipona. Todos tenemos una intuición sobre lo que es el tiempo, aunque costaría mucho definirlo en una frase. Esta ambigüedad de nuestro vínculo con el concepto (lo sé, pero no lo sé), ha dado la libertad a los juegos de la imaginación, como la posibilidad de modificar el pasado o conocer el futuro; o a esquemas cartesianos de clasificar el tiempo en tres categorías, pasado, presente y futuro con cierta insinuación de simetría (¿Qué son el pasado, el presente, el futuro?). Probablemente la mejor manera de acercarse a alguna forma de mayor comprensión no sea a través de los métodos de la ciencia, si no a través de la metáfora, los juegos, el arte. Utilizando la intuición y la sensatez para diferenciar los frecuentes juegos de palabras, ingeniosos pero vacíos, de los enunciados que aportan unas gotas verdad. La novela comienza con la participación de GG en un nuevo descubrimiento e invento de su amigo (o tal vez su creación), el inefable Gaustín: ante el problema creciente de la pérdida de memoria en los ancianos, con el consiguiente sensación de extrañeza y angustia, asociado a la nostalgia, lo lleva a crear instituciones y ámbitos donde se recrean determinadas épocas en las que han vivido los pacientes, logrando así reconfortarlos. Es tal el éxito del emprendimiento que gradualmente gran parte de la población europea, también afectada por la nostalgia de tiempos pasados que consideran mejores, comienza con el reclamo de fijar el tiempo en un determinado momento de la Historia. El desarrollo de este proceso es descripto minuciosamente, intercalado con disgresiones en las que la reflexión o una anécdota enriquecen y permiten una mejor comprensión de lo que está ocurriendo y sus implicancias. Esta novela, sin perder creatividad, es mucho más cerebral que Novela natural, y como mencionaba anteriormente, requiere gran atención para diferenciar la paja del trigo (hasta donde ha alcanzado mi capacidad de inteligir, he encontrado solamente trigo). Aparece la referencia a la interpretación de Walter Benjamin sobre la pintura Angelus Novus, de Paul Klee: el ángel obligado a mirar atrás, en el que se intuye su expresión de horror ante los estragos del pasado, que ya no puede arreglar. Un libro excelente, con la creatividad y la inteligencia ya conocida de Gospodinov, y que hunde el bisturí en algunos problemas latentes de las civilizaciones (la insatisfacción con el presente, el miedo al futuro), jugando con una situación cuasi apocalíptica.