Los perales tienen la flor blanca

Los mellizos Klass y Kees, y su hermano menor Gerson viven en la granja con su padre Gerard. Su madre los abandonó cuando eran pequeños. Viven una buena vida, entre sus juegos infantiles y las visitas a sus abuelos Jan y Anna. Hasta que un accidente cambia sus vidas. La historia está narrada por alguien que se refiere a "nosotros", aunque no es ninguno de los integrantes familiares, dando una sensación de cercanía y familiaridad con lo que va ocurriendo. En algunos momentos se intercalan con la narración de Gerson. Como he encontrado en otras obras de Bakker (Todo está tranquilo arriba; Junio) la narración es fluida, y el estilo es sereno e intimista. Presenta a los personajes de manera en que se sienten muy cercanos, en especial a los niños. La escritura es amable, tal vez un poco triste, y con algunos giros dramáticos que enriquecen la obra. Una muy buena novela, que se lee con gusto y agilidad, y que tiene una gran riqueza.