Tierra y cenizas
by Atiq Rahimi
Description:
Una trágica y conmovedora historia sobre la guerra afgano-soviética Un puente, un río seco en medio de un paisaje grandioso y desolado. Un camino se pierde en el horizonte, la caseta de un guardabarrera, un abacero que piensa en el universo, un viejo, un niño y, por fin, la espera. Estamos al norte de Afganistán, durante la guerra con la Unión Soviética. El viejo se dirige a comunicar a su hijo, el padre del niño, que trabaja en una mina de carbón en las montañas, que los soviéticos han arrasado la aldea, que todos han muerto bajo el bombardeo, que el niño se ha quedado sordo. Habla, piensa en el infierno de los recuerdos, las esperas, los remordimientos, las conjeturas, las sospechas, el silencio... Dicen en Afganistán que los hombres nunca lloran, pero el viejo dejará fluir su dolor y las lágrimas caer sobre su pecho. Tierra y cenizas, dos palabras que son también dos colores, minerales y severos. Dos palabras que son también materia, polvo, sustancias inmateriales, impenetrables. Ceniza, por todos lados ceniza, eso es todo lo que queda de Afganistán, un país que encantó a los viajeros y los escritores. El silencio, la lentitud, la gravedad son en estas páginas de tal fragilidad que casi tememos quebrarlas buscando las palabras, torpes a la fuerza, para explicarlas. TEST DE TRAPO Sobre la novela «Cuando llegué a Francia en 1984, vi que todo el mundo no hacía más que hablar de esta sucia guerra afgano-soviética, presentando a los afganos como héroes sin concesión, guerreros valerosos, hombres orgullosos... que combatían contra “el demonio rojo”, el comunismo soviético. Ver a mi pueblo (su pasado, su cultura) reducido a una sola imagen me daba miedo. Quería mostrar que estos guerreros y héroes son destruidos desde el interior... Quería hablar más de su sufrimiento que de su heroísmo, pues, para mí, la guerra no tiene héroes. Sólo tiene víctimas. Igualmente, no quería hablar de la guerra, sino de sus consecuencias. No mostrar la casa bombardeada, sino el rostro de aquel que ve su casa destruida por la guerra. Y otro punto importante que a menudo se olvida señalar: los afganos, como mi viejecito, sufren más por su honor, por su orgullo, que por la guerra». Mi obra anterior «Tierra y cenizas es mi primera obra publicada. Antes había dirigido tres piezas de teatro: Cuerpos al viento, coreografía (Teatro de Rouen), Shirin, un cuento inspirado en los poemas del poeta persa del siglo XIII Nézami (Festival Teatro en el exilio) y Del cuerpo y del grito, coreografía dedicada a las mujeres afganas (UNESCO). También he realizado varias películas documentales: Museo de la absenta, Artistas de las calles, Todos tienen su diario, Zaher Shah, el reino del exilio y Hemos compartido el pan y la sal». Mi vida «Tengo 38 años, estoy casado y soy padre de una niña y de un futuro niño. Mi personalidad: escéptico... asmático y ciático. Mis gustos: la carne (pero no sangrante) y todo aquello que me hace pensar en ella: el gozo, el sufrimiento, la fatiga..., el alimento (pero no la cocina moderna y conceptual), el vino (todos), la música clásica occidental (Schubert, Lobos...), la oriental (hindú, turca....), el jazz y el flamenco». Lo que pienso de la literatura «Escribo, luego existo. Es más una cuestión existencial que psíquica. El hombre no puede experimentar todo a lo largo de su vida. El arte en general, y la literatura en particular, le permite transcribir y transmitir su experiencia física y espiritual» Mis proyectos «Una segunda novela sobre Afganistán, donde cuento cómo al terror ideológico siguió el religioso. También estoy haciendo documentales. Uno sobre la suerte de los 8 000 huérfanos afganos que fueron “deportados” durante la guerra con la Unión Soviética. Rodaje: noviembre 2001. Y otro dedicado al padre dominico francés Serge de Beaurecueil que vivió 30 años en Afganistán donde creó un orfanato. Montaje: mayo de 2001. También estoy preparando la adaptación de Tierra y cenizas al cine, que yo mismo dirigiré. Los derechos están ya vendidos y el rodaje está previsto para el otoño de 2002». LA CRÍTICA DICE De Tierra y cenizas (Jakestar-o-jak, P.O.L. Èditur 1999): «Tierra y cenizas es un libro como hay pocos: seco y alucinado, trágico, desolador, irremediable. Un grito sin voz más allá de la desesperación, una puñalada ¿para agujerear qué indiferencia, qué olvido?» (André Velter, Le Monde). «Novela, cuento, fábula, poco importa: escrito en persa por un afgano exiliado en Francia, he aquí un texto delgado, de una tristeza que encoge el corazón, de una belleza visual sin fin ensombrecida por el horror de la guerra, donde cada palabra, cada lágrima, cada gesto está computado. Atiq Rahimi se apropia del dolor humano con una precavida delicadeza, como si fuese un cristal que tiene miedo de romper» (Jêrome Garcin, Le Nouvel Observateur). «El sentimiento de intimidad participa plenamente de la densidad emocional, firmemente retenida, de esta novela, notable de cabo a rabo por su justeza y despojamiento» (Na. C., La Croix). «La escritura de Atiq Rahimi es de una agudeza raramente alcanzada, la poesía se sumerge en el despojamiento, en la repetición, en el apóstrofe permanente. Una escritura púdica, que hace vibrar el dolor de un viejo y de su nieto, el silencio mudo de una tierra convertida en cenizas» (Boris Razon, Don Quichotte). Atiq Rahimi nació en 1962 en Kabul (Afganistán), aunque ahora vive y trabaja en París. Fue alumno del Liceo franco-afgano Estiqlal de Kabul y luego estudió Literatura en la universidad de esa misma ciudad. En 1984, la guerra le obliga a refugiarse en Paquistán, desde donde pide y obtiene asilo político en Francia. Una vez en la capital francesa, realizó el doctorado de Comunicación Audiovisual de La Sorbona. En la actualidad se dedica a la realización de documentales y a la escritura. También está preparando el guión para la versión cinematográfica de Tierra y cenizas que dirigirá él mismo.