Una mañana perdida

Una mañana perdida es una novela monumental, al modo de las de Dostoievski o Mann. Sus 566 páginas son engañosas; si no fuera por su letra pequeña y escasos márgenes, podría tener cerca de mil. Pero no sólo por eso; la cantidad de personajes y vínculos, en general evocados por los diálogos o relatos en primera persona, conforman un árbol difícil de seguir. La novela puede dividirse en tres partes: la primera en los años ’70 con el paseo matinal de Vica Delca, que sale de visita, y al no encontrar a nadie, termina en la casa de Ivona Scarlat (neé Mironescu), integrante de una antigua familia aristocrática para la que Vica trabajaba como empleada doméstica; y su largo y evocador diálogo, desde las dos perspectivas. La segunda se remonta a 1916, con el ingreso involuntario de Rumania en la guerra, en torno a vida de los padres de Ivona, el Profesor Mironescu y Sophie, la tía Margot y el asiduo visitante Ialomemiteanu. Y en la tercera vuelve al diálogo entre Vica e Ivona. Hay un epílogo de cierre, presumiblemente cerca de un año después. Una novela exuberante, de gran valor para entender la historia y la cultura de esta región de los Balcanes.