Vaso roto

"digamos que el dueño del bar El Crédito se fue de viaje me entregó un cuaderno que debo rellenar, y cree que yo, Vaso Roto, puedo parir un libro..." Y así, Vaso Roto comienza a escribir (y contarnos) las historias, siguiendo el estilo burlón y desenfadado del autor que mueve sus hilos, que pasan por las peripecias para la apertura del bar, los disparatados comentarios sobre los (tal vez) más disparatados hechos políticos, las penas de amor y de alcohol, propias y ajenas. El autor desliza comentarios satíricos sobre los que pontifican sobre como-debe-ser-la-literatura-africana. Y principalmente, lo hace a través de una perspectiva diferente de la de los círculos literarios, ya que el narrador le da voz (como en Ají Picante-Petit Piment) a personajes comunes, marginales, a sus opiniones sesgadas o agudas, a su humor, y a sus inquietudes cotidianas. A lo largo de su narración, Vaso Roto intercala entre sus palabras los títulos de diversas obras literarias; pude identificar varias, aunque por la particularidad en la oración, me pareció que había otras, que no conocía. Mabanckou desdramatiza, le quita solemnidad a lo africano, para asimilar a sus personajes e historias a la vida cotidiana, salpicada de pequeñas alegrías, penas personales, miserias, humor y arbitrariedades de la vida, de la condición humana.)