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(7 months ago) |
10 May, 2024
Una novela psicótica y delirante como ésta suele ser un proyecto que puede terminar en una apertura genial hacia nuevas comprensiones, o a un producto literario frustro, caótico e incomprensible. Pero La leyenda de los soles es despareja, y bordea sinuosamente la genialidad y la repetición mediocre.
Mirado desde el momento de su escritura (1993-1994), anticipa un México DF futurista de 2027, en el que la decadencia y destrucción progresiva del ambiente la ha transformada en un miasma pestilente; el centro de la ciudad se hunde en el lago de Tenochtitlán, los crímenes y abusos del poder son un hecho cotidiano y se va agotando la provisión de agua. Y esta atmósfera pre-apocalíptica encuentra su explicación en los viejos escritos precolombinos, en particular la leyenda de los soles. Siempre con pincelazos satíricos.
"Afuera de Los Cedros había protestas por el aumento del precio de la carne y del huevo, por la escasez de agua, por el cierre de la fábrica de detergentes, cemento y plomo en Ciudad Moctezuma, por los desaparecidos políticos en Chiapas, por los periodistas asesinados en Veracruz, por los salarios bajos en Morelos, por un pariente preso en Zacatecas, por un estudiante reprobado en Sinaloa. Razones no faltaban."
El protagonista, Juan de Góngora, se pasea por la ciudad desprovisto de toda capacidad de asombro, atravesando paredes, desencontrándose con su amada Bernarda Ramírez, y respondiendo con un sentido común y giros humorísticos, las explicaciones esotéricas de su amigo Cristóbal Cuauhtli.
"- Algunos dicen que no habrá sismos mayores hasta el año dos mil cincuenta. Estamos lejos de ese
día- manifestó Juan de Góngora.
- Estamos más cerca del año dos mil cincuenta que del año de tu nacimiento, que ocurrió en el
año dos mil. Al año dos mil cincuenta llegaremos algún día, al año de tu nacimiento nunca.
- Me marean tus predicciones."
Y habrá tiempo para un fin de los tiempos en toda la regla, con la aparición entre terrorífica y satírica de los tzitzímitl, en una especie de clímax que me recordó al de Los cazafantasmas; y tal vez la aparición de un nuevo sol que iniciará un nuevo ciclo, más auspicioso. Y como broche final, quisiera acompañar la salida de escena de la pareja de amados, con una canción cursi de los '70: "Natalia y Juan Simón, su fugaron; cargados de emoción, se besaron. Se fueron al campo, y caminaron, sin rumbo fijo, de cara al sol". (Aparece el cartel de The End).
Una novela original, por momentos pesada, con toques de humor. Interesante.
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