Reviews:
(4 months ago) |
24 Jun, 2024
Esta obra no parece una novela, sino un potpurrí, con tendencia a un Aleph, que incluye, anécdotas, comentarios sobre obras y escritores y reflexiones, con algunos toques de humor. Sólo he conocido a esta autora croata por sus aspectos autorreferenciales (aunque "El Ministerio del Dolor", tiene un formato que simula ser una novela), al modo de "Los errantes" de Tocarzuk.
Dubravka no es una persona complaciente, como se puede ver en su humor y sus críticas corrosivas; su carácter hace que su escritura sea más interesante, aunque a veces cansadora.
“Tengo la impresión de que usted está en un estado permanente de rebelión interna. Se le nota en la cara como se queda enganchada a todo; no logra pasar sin que algo la roce. Está en fricción permanente con el entorno. Constantemente clama por justicia. Y la justicia no existe, supongo que ya se ha dado cuenta. Por el momento cree que no vale la pena hundirse en las arenas movedizas, que el tiempo la ha pisoteado, que está fuera de este mundo y que todo ha ocurrido fuera de su control. Le obsesiona la sensación de que, por mucho que haga, ya no es visible, de que no la oyen, de que no existe.”
Tengo mis dudas sobre el valor de la escritura autorreferencial: me parece más comprensible en autores que además tienen una obra que mostrar; como Hemingway con París era una fiesta (pero también escribió Por quién doblan las campanas o El viejo y el mar, entre otras). No me la explico en el caso de la saga de Mi lucha de Knausgard. Dubravka tiene algunas obras de ficción, aunque ninguna en un idioma que pudiera leer. Y por lo que he podido leer, es una escritora que quedó muy traumatizada y marcada por la implosión de Yugoslavia; ya nada fue igual después de eso.
Tiene algunos comentarios que me resultaron interesantes:
"Observando a la gente que se arrastraba obedientemente detrás de sus guías con la botellita de agua en la mano, los bastones, las gafas, y recordando las risas descontroladas de los hombres al ver el pene en forma de trébol asimétrico grabado en un bloque de piedra, tuve un repentino ataque de misantropía". (de Dubravka en Nápoli & Pompei.
“¿Te das cuenta de dónde está la diferencia? Esta mujer no sabe si Múnich está en Europa, pero está absolutamente segura de que llegará allí. Por eso se durmió con tranquilidad.” (de un ciudadano de los Balcanes, sobre una turista americana).
“Desde hace años no logro entender por qué el viajero delante de mí siempre reclina el asiento, aunque sabe muy bien que al hacerlo me aplastará las rodillas y el café que tomo se derramará en mi regazo.”
“Las categorías y los géneros literarios, como metáforas de la vida humana, se han desgastado por el uso exagerado, pero las vidas humanas no se han cansado en absoluto de ser auténticas novelas, dramas, tragedias, farsas, cuentos sin contar, obras teatrales y novelas de amor. A la gente le gusta todavía comparar su vida con una novela (‘¡Oh! Si yo te contara mi vida, sería una auténtica novela’), con un escenario teatral o con un cuento.”
Detuve la lectura de la obra en su momento, durante el capítulo dedicado a la literatura rusa, particularmente la generación del ´30, su especialidad académica. Por un mayoritario desconocimiento de autores y obras, me encontré perdido y empantanado; y he preferido dejarlo para otro momento (u otra vida), y retomar en el capítulo posterior. De ellos me han quedado Borís Pylniak, y su "Cuento sobre cómo se escribe un cuento"; y por alguna razón, Doivber Levin (seudónimo con reminiscencias de oso y metáfora de cómo las Revoluciones se devoran a sus hijos).
Y la inevitable la figura de Isaiah Berlin y su caracterización de las personas con la figura del erizo (con el que Dubravka parece identificarse; ver primer párrafo) y el zorro, solitario e indiferente, maestro del engaño y patrono de los escritores, y que da título a la obra, y también hace de apertura y de cierre.
Una buena obra; por momentos muy interesante; por momentos abrumadora.
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